Desenmarañando su árbol genealógico, analizando colillas de cigarro olvidadas en un pueblecito de la Baja Austria, una servilleta de papel usada en un fast food de Nueva York o los sellos de cartas enviadas hace más de 30 años desde el norte de Francia, Marc Vermeeren y Jean-Paul Mulders ya han dado con 39 parientes del Führer vivos.
Tres bisnietos del padre de Hitler, Alois, aún se esconden en Long Island (Nueva York, EEUU) bajo el apellido falso Stuart-Houston. Louis y Brian comparten una casita de madera en East Patchogue, donde trabajan como jardineros, mientras que Alexander es un psicólogo retirado queayudaba a los veteranos de otra guerra, la de Vietnam, y vive en East Northport, a pocos kilómetros. Howard, el cuarto hermano, era agente de la policía de Nueva York y murió en 1989, estando de servicio. No se conocen más fotos de ellos que las que se hicieron en los años 70 para la orla del instituto, no se relacionan con nadie, ni siquiera los vecinos los conocen. No responden si alguien llama a la puerta y evitan cualquier confrontación con su pasado. "Se han puesto de acuerdo en no tener hijos para extinguir la saga de los Hitler y dejar de vivir con miedo, pero han prometido publicar un libro antes de morir", relata Mulders, de 41 años. Este reportero del periódico belga 'Het Laatste Nieuws' y de la revista Knack ha conseguido robar a los Stuart-Houston una muestra de ADN. Lo hizo con la ayuda de Marc Vermeeren, 51 años, historiador y genealogista 'amateur' obsesionado con Hitler, quien amontona en su estudio más de 500 biografías del dictador y 20.000 documentos, entre ellos su partida de nacimiento.
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